HELENA
Por: Fernando Herrera Martínez
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Las historias de amor son parte esencial de la vida a través de todos los tiempos.
Por amor se hicieron y se siguen haciendo cosas que causan asombro, que implican arriesgar la vida de los pueblos, e incluso perder vidas y reinos, despertando pasiones humanas que nunca han tenido, ni tendrán, límite alguno, en cuanto a lo que puede hacer, pasar; es decir, lo que alguien, quien sea, será capaz de hacer por amor.
Entre las leyendas más difundidas de la historia griega, incluso de la humanidad, se destaca como epopeya icónica, por las pasiones humanas desbordadas, la de Helena de Troya, mujer de extraordinaria belleza, casi “divinizada”, -recordemos que se creía descendiente directa de Zeus- que por las pasiones que despertó en su tiempo, desataría una guerra de diez años entre los reinos aqueos y sus aliados contra el de troya, que también contaba con aliados en las cercanías, extendiéndose hasta asia.
En esta epopeya, la Guerra de Troya, participarían durante diez largos años, reyes, príncipes, héroes mitológicos; envueltos todos en artimañas, estrategias, engaños, peleas y disputas que provocarían inumerables muertes hasta la caída de troya.
La historia en la mitología griega cuenta que Helena fue hija de Zeus, quien utilizando su gran poder se convirtió en cisne y se las ingenió para colocar un huevo entre los que tendría (pondría) Leda, esposa de Tíndaro, en una de sus noches de intimidad; de uno de aquellos huevos, el de Zeus, nacerían Helena y Pólux, y del otro, Clitemnestra y Cástor; gemelos y cuates en un solo paquete.
En el curso de la vida, sus hermanos Cástor y Pólux fueron conocidos como los dioscuros, y su hermana Clitemnestra sería desposada por el rey de reyes, Agamenon, al que por su poderío, riqueza y actitudes de mecenas se le reconocía con ese título supremo entre los reinos aqueos y sus aliados, dentro y fuera de la Grecia antigua.
Helena, cuyo nombre significa “la luz que brilla en la oscuridad” se distinguía por su gran belleza, que afloró desde niña, por lo que, a muy temprana edad -diez años- fue víctima de un rapto, llevado a cabo por un laureado, muy reconocido, aunque vetusto, héroe ateniense de nombre Teseo, quien fue ayudado por Pirítoo, quines ya teniéndola en cautiverio la echaron en “suertes” para determinar quien sería su dueño; resultando ganador el primero.
En aquel tiempo era muy difícil superar una tragedia como la que se cuenta, incluso se menciona en algunos escritos, que a Helena le fue impedido ingresar en su propio reino, por su condición de sometida o esclava en poder de su captor. Sin embargo, su nombre logra ser restaurado al recobrar su libertad y su calidad de princesa en el reino de Esparta. Lo anterior, fue posible por la heroicidad de sus hermanos, Pólux y Cástor, que la rescatan, por la fuerza, de las garras de sus captores, y en venganza, capturan a la madre de Teseo para esclavizarla y ponerla al servicio de la bella Helena. Sin embargo, tras el duro trance; vívido por la joven y su familia, su padre Tíndaro considera que es el momento apropiado para casarla por lo que decide lanzar una convocatoria.
A Teseo, su captor, se le consideraba héroe de Atenas, donde reinaba su padre Egeo, se decía que era un digno sucesor del legendario Hércules. Lograría suceder a su padre en el trono, pero reinar le aburre, dado que es un hombre ávido de aventuras, que eran las que le habían llenado de prestigio, admiración y fama. Decide dejar el trono en manos de un pariente de nombre Mnesteo para ir en busca de la vida azarosa que tanto le atraía. Algo pasa con este héroe que tenía los méritos para ser mencionado en la historia por su vida llena de actos de valentía y heroismo en lugar de quedar registrado por cometer la fechoría de secuestrar a aquella niña. Teseo tendrá una muerte trágica al regresar a Atenas, donde ya estaba empoderado Mnesteo, viéndose obligado a luchar por recuperarlo para terminar despeñado por su pariente.
Helena, como era de esperarse, por su increible belleza; por ser hija del rey de Esparta, atrajo a muchos pretendientes de todos los rincones de dentro y fuera del reino. Tíndaro abrumado por las solicitudes y exigencias de aquellos poderosos aspirantes, teme que puedan confrontarse entre ellos, o todavía peor, provocarse una guerra por inconformidad de los no elegidos contra Esparta y contra quien resultara agraciado. Ante esta situación, Tíndaro permite que Odiseo de Itaco (Ulises, quien poseía gran inteligencia y capacidad estratégica) le dé un consejo; obvio, este héroe mitológico tenía interés en Helena, pero inteligente y sagaz, como se le reconocía aprovecha el dilema del rey, consiguiendo de él, la promesa para desposarse con Penélope, - de quien se decía era la segunda mujer más bella de la tierra, después de Helena- quien era hija de Peribea e Icario, con lo que Ulises tendría ese consuelo, en caso de no resultar elegido por la bella princesa Helena.
La estrategia ideada por Ulises consistía en que Tíndaro lograra un pacto de caballeros, casi un pacto de sangre, en el cual todos los pretendientes jurarían respetar y hacer respetar aquel matrimonio, así como jurar y comprometerse, de por vida, para ayudar al elegido en caso de que alguien osara disputarle a su esposa o el reino, así se velaría por los futuros reyes y por Esparta. Todos aceptaron, juraron y pactaron, incluido Ulises. Helena eligió a su húesped Menelao. Agamenón se casaría con Clitemnestra. Planeado o no la decisión resultaría magistral ya que todo quedaría en familia.
Hagamos un recuento de hechos: El padre de Helena, Tíndaro, se vió obligado a huir de Esparta a la muerte de su padre el rey Ébalo, por el usurpador Hipocoonde. Tíndaro y su hermano Icario recibieron la protección del rey Tiestes, de Micenas, donde Tíndaro tuvo oportunidad de casarse con Leda. Años más tarde al ser vencido Hipooconde y echado del reino, Tíndaro fue restituido como soberano de Esparta. Esta parte se complementa cuando Tiestes expulsa de Micenas a Menelao y Agamenón, quienes reciben la protección y asilo de Tíndaro en Esparta.
Esta tragicomedia epopéyica, con dimensiones y consecuencias que trscendieron la historia contó con la intervención de los mismísimos dioses. Mañana les cuento más.
Comentarios con fernandoherreramartinez1956@gmail.com
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Por: Dr. Fernando A Herrera Martínez |
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